Mi Suegra me Odia ¿Que Hacer?
Uno de los problemas más comunes en una relación es la presencia de la madre de tu pareja, es decir, la suegra. ¿Y qué sucede cuando por más que nos esmeramos, ella no nos quiere?
Suegra es una palabra que de por sí me suena feo. Y creo que la razón no es precisamente porque la palabra sea fea (después de todo, no hay palabra fea o bonita), sino por una cuestión cultural-popular, que la asocia con la mala de la película en una relación de pareja. Sino, fíjate nada más cuántas bromas pesadas circulan por Internet respecto a la suegra (sobre todo en relación al yerno).
Pero detrás de toda esta batahola de chistes graciosos, se esconde algo cierto. Para las nueras y yernos, o para muchos de ellos, llevarse bien con la suegra cuesta. Para ellas, seremos extraños(as) que querremos pertenecer a la vida de su hijo o hija, y nosotras, de alguna manera u otra deberemos hacer méritos para ganarnos su confianza y aprobación.
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¿Por que sucede?
Creo que para entender mejor este tema, nada como aplicar la empatía, que es algo así como, ponerse en el lugar del otro. Si nos ponemos en el lugar de ellas, dejando de lado la cólera que sentimos (si es que hemos sido víctimas de sus “maltratos”), lo comprenderemos todo.
Las suegras que se comportan con severidad con nosotras, lo hacen por una sensación de sentirse invadidas. El orden familiar se verá alterado por la presencia -para ella- de un extraño o extraña, de quien no conocen mucho. Su hijo adorado, aparece de pronto con una mujer, que amenaza, emocionalmente, con destronarla y esto también la hace sentirse amenazada.
¿Cómo ganarse a la suegra?
Primero que todo, no puedes declararle la guerra. Anticiparás tu propia derrota si te le enfrentas en lugar de aplicar la estrategia. El plan es convencerla subliminalmente, de que no pretendes ocupar su lugar en el corazón de su hijo y de que tú serás una importante aliada para su felicidad
Recuerda que tu suegra no te detestará a ti por una cuestión personal, lo hará con cualquier otra mujer que se involucre en la vida de su hijo, por lo tanto, no te lo tomes personalmente.
Para lidiar con sus ataques, que generalmente vendrán en forma de comentarios e indirectas (muy raramente desplantes u otras agresiones más directas) debes de tener mucha paciencia.
Otro punto muy importante es que no debes involucrar demasiado a tu novio(a) en esto, a menos que sea estrictamente necesario. Él no podrá ayudarte pues, se trata de su propia madre y lo que harás es colocarlo entre la espada y la pared. Además, si pierdes los papeles y la atacas, serás tú, -aunque tengas la razón- quien quedará mal parada frente a todos.
Así, la primera arma de la que te tienes que valer es la paciencia, luego la estrategia. Cuando escuches a tu suegra lanzarte una indirecta puedes ignorarla de las siguientes maneras:
- Cambiando de tema proponiendo alguna otra conversación: Suponiendo que tu suegra ha insinuado que eres una descuidada con tu novio. Entonces tu dirás: “Hablando de descuidados… y lanzas otro tema, si es un chisme, mejor, eso les encanta. También puedes citar la historia de algun(a) descuidado, que viste en la tele, en un libro, que te contaron, etc.
- Riéndote: Una sonrisa feliz, como si contigo no fuera la cosa, aliviará las tensiones. Tampoco es que te rías de manera provocadora, simplemente ríete de manera natural y relajada.
Cuando…
Cuando tengas que estar en su casa (y esto es inevitable) halágala. Por ejemplo, por la comida que ha preparado, por la decoración de su sala (de repente ha incorporado un florero nuevo, un mueble, o un adorno). Trata de identificar sus intereses y háblale de ellos. Mejor aún, muéstrate interesada en ellos y pídele consejos.
Y cuando ella sea quien llegue a tu casa, sé cordial, haz que se sienta bien, recíbela con algo que le agrade, un piqueo o comida que ella disfrute especialmente. No llegues al extremo de ser demasiado permisiva con ella, pues sino, comenzará a darte órdenes sobre cómo hacer las cosas.Si notas que, por ejemplo ella trata de darte indicaciones sobre cómo picar la cebolla, trata de cambiarle de tema o explícale que lo estás haciendo así esta vez, pero que para una otra ocasión seguramente probarás hacerlo de otro modo. Nunca pierdas la calma.